No como ahora

Tus palabras son como cristales cortapunzantes incrustadas en mi pecho. Cada mirada y gesto están cargados de un veneno particular. Finjo respirar para aparentar estar viva, aunque sé que en tu mente ya me asesinaste 2 veces. El atardecer está en su punto más naranja, nosotros, en uno crítico. La pasión se perdió en el ir y venir de la cotidianidad y monotonía. Todo se volvió progresivo, y nuestro amor un embrollo de abejas inseparables pero enojadas. Pienso en tiempos mejores, donde el aire no era tan pesado y lleno de un ectoplasma oscuro flotante; tiempos donde no había por qué preocuparse, donde no había situaciones así, donde lo verdadero permanecía aflote sólo con las ganas de más, sólo con nosotros era suficiente. El mundo podría explotar en su afán diario mientras el estanque no se secara estaríamos bien. No como ahora.

La danza de la lluvia

Millones de gotas caen sin cesar, la esperanza de ver el sol billar se dicipa y las almas se empapan de frescura. Los minutos pasan lento, se hacen eternos y se inmolan en un devenir incesante. Se confunden la realidad y el océano en un mismo plano, uno donde el gris es un color fácil de distinguir. Se pierde la yerba del momento y la luna decide caer miletros sobre la tierra. Un león y un elefante se cruzan. Las miradas se intercambian y las flores nacen de nuevo, dejando libres sus almas, sus cuerpo. Se unen a la armoniosa danza de la lluvia y mueren con ellas. La tierra no será igual, nunca.