El semáforo cambia a rojo. Las mariposas vuelan en una encrucijada mortal. Las gotas de lluvia amenazan acabar con sus ilimitadas vidas mientras ignoran el peligro inminente. En el transfundo de la escena el tiempo se detiene para dos almas gemelas. Los peatones cruzan miradas, fingen no tener molestia alguna y continúan con su camino habitual, lleno de monotonía. Los enamoramos disfrutan su momento como si de verdad fuera el último. Se aferran con todas sus fuerzas a no separarse. Pero el tiempo ha decido que ya es tarde. Todo vuelve a la normalidad, los apasionados besos cesan y los observadores se disipan. Lo cotidiano llega a ser vulgar. El cristal gris deprimente en el cielo se rompe y las cataratas se liberan.Todos buscan refugio, menos las mariposas. Ellas aguardan a que una muestra de fe salve su existencia. Pero esquivar gotas en un aguacero es cosa imposible. Mueren con la esperanza de vivir. Cruzan tomados fuertemente de la mano, corren. La luz cambia a verde. La vista es casi nula, las luces de los autos se mezclan, no se distinguen ente sí. Se escucha un frenazo. Todo acabo. La ambulancia tardó mucho al igual que aquel último beso.
